lunes, 24 de noviembre de 2008

Cuando la imagen vale mil palabras: La adaptación literaria en la historieta argentina

Una tradición valiosa
La historieta argentina tiene una rica tradición en el campo de las adaptaciones literarias, sin embargo, hoy casi no se practica esta forma de hacer historietas.
Adaptación en cuanto debe pasarse lo hecho en un lenguaje puramente textual a un género en el cual la imagen adquiere mayor importancia e incluso puede llegar a relegar al texto a un segundo plano. Las palabras funcionan como hilo narrativo de la historia o sirven para hacer presentes los diálogos entre los personajes. Mientras tanto, el dibujo es el responsable de la expresividad, de generar la atmósfera en que se desarrolla la acción, definir las características personales de los personajes que forman parte de la historia, así como sus emociones e incluir aquellos detalles que son conocidos por los lectores atentos porque éstos deben actualizar el significado de las imágenes y prestar atención a todos los detalles que el dibujo incluye silenciosamente sin advertir que están allí presentes. A veces puede suceder que el texto provea de alguna ayuda para esta interpretación.
En un artículo sobre el tema, el escritor y guionista de historietas Pablo De Santis dice que “en el pasado la adaptación de cuentos y novelas a la historieta servía de invitación a la literatura”. Invitación porque las adaptaciones eran publicadas en revistas consideradas de entretenimiento, con un numeroso público infantil que se estaba formando como lector y la historieta les proporcionaba entonces una puerta de entrada a la lectura literaria. Este vínculo tan fuerte estaba dado por el marco de un universo común entre los géneros: la aventura. Las adaptaciones de obras de Rider Haggard, Verne, Salgari, Rice Burroughs y otros maestros de la aventura abundaban en las revistas de los años treinta, cuarenta y aún en los cincuenta. Los mundos desconocidos, animales exóticos y artefactos tecnológicos propiciaban elementos ideales para el relato gráfico, el cual no se veía atado a retratar la minuciosidad de los elementos de la vida cotidiana, no había forma de alejarse de la fidelidad de los objetos representados, pues estos no existían salvo en la imaginación tanto de los lectores como de los autores y también de los dibujantes que se encargaban de las adaptaciones.

La aventura gráfica
Un exponente destacado de la adaptación de la aventura literaria a la historieta fue José Luis Salinas. En el año 1937 fue convocado por la revista de interés general “El Hogar” para hacer una página semanal titulada “Las grandes novelas de aventuras”. En sus páginas pudieron verse las versiones de los autores clásicos de la literatura de aventuras: Salgari, Verne, Dumas, Kipling, entre otros. En sus historietas Salinas recurre predominantemente al lenguaje gráfico para el desarrollo de la historia, eligiendo los pasajes más sobresalientes de las novelas para plasmarlas en el papel. El texto se limitaba a aparecer como notas al pie de las imágenes. Ocasionalmente incluía globos de diálogo o de pensamiento.

La imagen de lo inimaginable
Otro exponente de la tradición de unir la literatura y la historieta fue Alberto Breccia (conocido por sus obras junto a Héctor Germán Oesterheld: Mort Cinder, El Eternauta y Sherlock Time) pero desde otra perspectiva. Breccia ideó una nueva forma de contar los relatos. Una de sus versiones más famosas es la adaptación que realizó de los cuentos de Lovecraft pertenecientes al ciclo de Los Mitos de Cthulhu. En estas obras Breccia experimenta con un nuevo lenguaje gráfico para representar los horrores relatados por Lovecraft, como el mismo explica en el prólogo a Los mitos:
Me di cuenta muy pronto de que el lenguaje tradicional del cómic no podía representar satisfactoriamente el universo de Lovecraft, de manera que empecé a experimentar con nuevas técnicas, como el monotipo o el collage. Estos monstruos informes, semejantes a los que había dibujado para el El Eternauta, están hechos así porque no quería ofrecer al lector únicamente mi propia visión; también quería que cada lector añadiese algo suyo, que utilizara la base que yo le proporcionaba para vestirla de sus propios temores, de su propio miedo. Al principio fue casi como un reto: quería averiguar si sería capaz de dibujar lo que Lovecraft describía. No sé si lo he conseguido, pero puedo asegurar que durante los casi tres años que he tardado en realizar este trabajo he vivido inmerso en su mundo.

Al igual que el escritor, Breccia debe incluir elementos que reproduzcan el horror sugerido y alimentado pero nunca develado por completo. Para ello recurre a la elaboración de nuevos elementos formales y un nuevo lenguaje plástico capaz de inducir a la imaginación a idealizar el universo paralelo en el que se desarrolla la historia.

Resignificación de la literatura argentina
Siguiendo con la tradición, la revista Fierro, un ícono del género en las últimas décadas, incluyó en sus páginas desde el primer número una sección dedicada a la adaptación literaria: La Argentina en Pedazos que incluía también una introducción a cargo del escritor y crítico literio Ricardo Piglia. Esta vez la adaptación se ceñía a la literatura argentina, sucediéndose en sus páginas cuentos y fragmentos que recorrían la íntima relación de nuestra literatura con la violencia. Dice Piglia en la introducción aparecida en la revista Fierro Nº1 de 1984: “nuestra literatura se abre con una escena básica, una escena de violencia contada dos veces. La anécdota con la que Sarmiento empieza el Facundo y el relato de Echeverría son dos versiones (una triunfal, otra paranoica) de una confrontación que ha sido narrada de distinto modo a lo largo de nuestra literatura por lo menos hasta Borges.” Es justamente la obra de Echeverría la primera en ser publicada, en la versión de Enrique Breccia (hijo de Alberto). Esta versión del relato fundacional de la ficción argentina se aleja del contexto político en que fuera escrito por Echeverría. La alegoría rosista del relato original queda al margen en la obra de Breccia. Para Lucas Berone basta comparar los finales de ambos textos para notar esta ausencia del marco político en la historieta. El cuadro muestra un plano general del Matadero con el cielo oscuro y tormentoso, una imagen lejana del edificio del matadero y una leyenda inferior que cierra la fábula con una frase puramente descriptiva: “Verificaron la orden; echaron llave a la puerta y, en un momento más, no quedó nadie en el matadero”. Es así que la violencia del final aparece elidida en el dibujo, característica que se mantiene durante toda la adaptación: el acto violento nunca se encuentra presente en el dibujo, se desarrolla en los espacios conformados entre las viñetas. Vemos el lazo volar por el aire y en el cuadro siguiente la cabeza del chico cortada; a Matasiete a punto de cortar los cojones al animal y luego los sostiene en su mano.

El único trabajo actual que conocemos de adaptación literaria es el publicado por Juan Soto en la revista Fierro Nº20 de la segunda época en Junio de 2008. El relato versionado por Soto es nuevamente El Matadero, confirmando su cualidad de ícono de la literatura argentina. En esta nueva versión la necesidad de síntesis obliga al autor a elegir los momentos más sobresalientes del relato para luego plasmarlos en el dibujo y acompañarlo por fragmentos de texto al pie de los mismos, al igual que lo hacía Salinas en sus adaptaciones de las grandes novelas de aventuras.

El humor tiene su lugar
Un grupo de historietistas creó un blog dedicado a adaptar joyas de la literatura universal. Sin embargo, vale decir que estas adaptaciones deben cumplir una regla para formar parte de Historietas Rectales (así se llama el espacio), las obras deben ser contadas como el culo. En una página y con el mayor poder de síntesis y bizarría (no confundir con el adjetivo usado en "Mi bandera") posible, este grupo ha publicado ya una veintena de historietas entre las que están las adaptaciones de 1984, Alicia en el país de las maravillas, El corazón delator, 20.000 leguas de viaje submarino, Crimen y castigo y otras grandes obras de la literatura universal.

Un recurso olvidado
Como se pudo ver, la adaptación literaria forma parte de toda la historia de la historieta argentina, con diferentes formas de manifestarse: fieles a un género y a un estilo (José Luis Salinas), como experimentación de nuevos elementos gráficos (Alberto Breccia) o resignificación de relatos fundacionales de las letras argentinas (La Literatura en Pedazos, Enrique Breccia y Ricardo Piglia), la historieta ha estado siempre muy ligada con la literatura. Con un mercado en recuperación después de la crisis de producción más importante del género, las versiones de clásicos de la literatura podrían convertirse en una buena estrategia para captar nuevamente la atención de los lectores hacia la historieta.

Bibliografía: